En
los años cuarenta, se opusieron al régimen pequeños grupos del PCE, del PSOE y
de la CNT todos en la clandestinidad. Incrementaron su presión con las huelgas
en Cataluña en 1945 y las del País Vasco en 1947. Los grupos monárquicos,
nobleza y alta burguesía conspiraron contra el régimen. En 1943 los tenientes
generales dirigieron una carta a Franco donde le pedían la restauración de la monarquía.
Dos años más tarde Juan de Borbón hizo público en Suiza un manifiesto en el que
solicitaba a Franco que se retirara para restaurar la monarquía en su persona. El
maquis o guerrilla se formó a partir de núcleos que subsistían diseminados por
zonas de montaña desde finales de la Guerra Civil. Su objetivo era continuar la
guerra, para desarrollar una ofensiva exterior contra la dictadura. Otro grupo
los formaban las unidades que habían luchado victoriosamente contra los
alemanes en Francia. Su acción más espectacular fue la ocupación del valle de
Arán. El aislamiento entre los diferentes grupos, la represión militar, la Guardia
Civil y el recuerdo de la guerra que la población no quería repetir, explican
su fracaso. En los años cincuenta las acciones más frecuentes de la oposición
eran la huelga, aunque eran ilegales, se reivindicaban mejoras económicas. La
que tuvo más eco fue la de los usuarios de los tranvías en Barcelona, en 1951. Frente
a estas acciones el régimen: endureció la represión, Ley contra el Bandidaje y
el Terrorismo (1958) y la Ley del Orden Público (1959); y aceptó cierta
flexibilidad respecto a las demandas salariales con la Ley de Convenios
Colectivos (1958). En el exterior, diputados de todos los partidos y
convencidos republicanos que partieron al exilio intentaron mantener las
instituciones republicanas. Entre estos grupos destacaron: anarquistas,
socialistas, comunistas y republicanos de izquierda. Pero dentro de ellos había
desunión y enfrentamiento por la dispersión de sus miembros, principalmente en
Francia y México.
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