Marruecos y el Desastre de Annua

En los años finales de la Restauración, cuando el régimen canovista se enfrentaba a gravísimos problemas de orden político, social y económico, otro desastre colonial tuvo lugar, esta vez en Marruecos en 1921. Parecía como si el ciclo iniciado con la derrota de 1898 se cerrara ahora con otra.
En 1912 Francia y España habían firmado el Tratado de Fez por el cual se constituía formalmente el Protectorado de ambas potencias sobre Marruecos. Desde entonces, las operaciones militares se desarrollaron de forma intermitente en la zona española, que estaba habitada por las tribus más belicosas. La explotación de ciertos yacimientos de minerales animó a los gobiernos a continuar con la empresa.
En 1920, el general Fernández Silvestre, Comandante de la zona de Melilla, inició una ofensiva cuya finalidad era ocupar la región del Rif (situada entre Ceuta y Melilla) y llegar hasta Alhucemas donde los rebeldes tenían su refugio. Su avance, arriesgado dada la naturaleza del terreno, la escasez de agua y la deficiente preparación de las tropas españolas, chocó con la oposición de los rifeños dirigidos por Abd el-Krim, que había decretado la guerra santa. En juliode 1921, la vanguardia de las tropas españolas, que había alargado de forma imprudente sus líneas de abastecimiento, se topó con el contraataque del grueso de las fuerzas rebeldes en Annual.
Rodeados por el enemigo, los soldados españoles, superados en número, intentaron la retirada, que degeneró una auténtica desbandada. La cadena de pequeñas posiciones fortificadas que se había ido estableciendo en los meses anteriores fue cayendo una detrás de otra. Particularmente sangriento fue el episodio del sitio del Monte Arruit donde más de 3.000 españoles, tras haberse rendido, fueron asesinados por los rifeños. En total la matanza rondó las 12.000 víctimas. Las fuerzas de Abd el-Krim llegaron a las puertas de Melilla.
La conmoción de la opinión pública fue enorme, el prestigio del Ejército se vio seriamente dañado, y desde todos los sectores políticos de dentro y fuera del sistema se clamó pidiendo responsabilidades. Incluso se sugirió que el propio rey habría instado a Fernández Silvestre (muerto en batalla) a asumir riesgos innecesarios con su ofensiva. En agosto de 1921, Antonio Maura fue llamado de nuevo a presidir un Gobierno de concentración nacional. En las Cortes se abrió una comisión de investigación, presidida por el general Juan Picasso, que reveló un estado de corrupción y de ineficacia en el Ejército que despertó la indignación general.