Curiosidades sobre la generación de 98



Pedro Corominas, lo explica cualquier Enciclopedia, fue un gran ensayista, novelista y político catalán. Murió en Buenos Aires en 1939. También perteneció a la generación del 98.

Aludiendo a su prosa farragosa y algo pesada, en Barcelona le hicieron estos versos:
Eres más fresca que una rosa
y más puta que las gallinas.
Eres más pesada que la prosa
de don Pedro Corominas.

Poco antes de morir -5 de enero de 1936-, a don Ramón María del Valle Inclán se le ofrecieron los auxilios espirituales. El autor de los Esperpentos protestó: “¡ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo!”. Como no le llegaba la muerte, decía: “¡Me muero!”. Pero ¡lo que tarda esto!

En cierta ocasión llevaron a Valle-Inclán ante el juez por un alboroto que había armado.
El juez le pidió el nombre y él contestó, acto seguido el juez le preguntó por su oficio y Valle-Inclán contestó: escritor.
Pregunta el juez de nuevo:
-¿Sabe leer y escribir?
A lo que el dramaturgo responde:
 -No
A lo que el juez dice:
-Me extraña la respuesta.
Valle-Inclán contestó:
-Más me extraña a mi la pregunta.



Conocidas eran las rencillas y el odio que sentía Don Ramón María del Valle-Inclán hacia su homólogo José de Echegaray.
Valle-Inclán no se perdía ni uno de los estrenos de su adversario para ser el primero en criticarlo.
En una de sus comedias, se decía de una señora que poseía “nervios de acero bajo una piel de seda” y Valle-Inclán ya no pudo más. Se levantó de su butaca y voceó:
-¡Eso no es una mujer! ¡Eso es un paraguas!


Recibió Jacinto Benavente la visita de un conocido suyo. el cual no tenía gran éxito como dramaturgo.
Durante el recorrido por la casa, el  invitado quedó asombrado por la amplia biblioteca que poseía el premio Nobel y exclamó:
- ¡Vaya don Jacinto! Con tantos libros ya se pueden escribir buenas comedias.
Benavente le respondió agudamente:
-Pues adelante, amigo mío, están a su disposición.

 Conocida fue la relación amorosa que hubo entre Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós, pero también de dominio público la enemistad que llegaron a profesarse ambos.
En cierta ocasión, siendo ya mayores se encontraron accidentalmente en unas escaleras. Él subía jadeante y ella empezó a bajarla.
Mientras se cruzaban ella le espetó:
-Adiós, viejo chocho.
Pero tal y como lo soltó se dio cuenta que le había puesto en bandeja una magistral contestación a una de las mentes más brillantes de la literatura. Pardo Bazán aceleró el pasó escaleras abajo, pero le dio tiempo a escuchar la réplica de su viejo e íntimo enemigo:
-Adiós, chocho viejo.



Cuando el rey Alfonso XIII le otorgó a Miguel de Unamuno la Gran Cruz de Alfonso X Sabio, el escritor comentó:
-Me honra, Majestad, recibir esta cruz que tanto merezco.
El monarca le contestó:
-¡Qué curioso! En general, la mayoría de los galardonados aseguran que no se la merecen.
A lo que el escritor replicó al Rey:
-Señor, en el caso de los otros, efectivamente no se la merecían.